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Un territorio con encanto
Hablamos del noroeste de la provincia de Cáceres, donde nos encontramos. Este territorio que se separa de Portugal por una mera línea imaginaria, vive agazapado y silencioso, siendo uno de los últimos paraísos de esa Extremadura que emociona y sorprende a partes iguales. Al norte, los prados salmantinos son también linde de este rincón cacereño en el que aún se perciben los efectos de su prolongado aislamiento geográfico. En este universo de montaña, bosques, olivos y castañares el color verde intenso acuna los valles de la comarca. Y pueblos con encanto medieval vestidos de pizarra, barro, granito o con los entramados de madera aireando su vejez, se escapan del silencio con un habla peculiar que se escucha dentro y fuera de las paredes de las casas
Muchas veces se dice eso de que Extremadura es la gran desconocida de España. Y en concreto, el norte de Cáceres se podría definir como “la desconocida de la gran desconocida”, ese paraíso perdido… y encontrado en el que formalizar un paréntesis de autenticidad donde poder escapar cuando lo necesitamos.
Para todo hay una primera vez. Y, por supuesto, para este territorio también. Una vez empiezas a serpentear con el coche por sus curvas de asfalto no podrás imaginar lo que verán tus ojos. ¿Pero cómo es posible que nunca hubiera sabido nada de estos bosques, de estos pueblecitos encantadores y atalayas vigilantes. Y entre todos ellos, Robledillo:
Quizás por su situación aislada, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura serrana de la comarca. Esta pintoresca localidad que mantiene su trazado desde la Edad Media es un mapa deshilachado lleno de pasadizos y corredores estrechos en los que las casas típicas se dan, además de sombra, la mano con las de justo enfrente. Se compone de grandes baluartes de pizarra, adobe y entramado, de muros ocres que ofrecen una tonalidad con la que se puede definir Robledillo. Y entre medias cuenta con bodegas y hasta un museo del aceite (No hay que olvidar que Sierra de Gata es tierra de almazaras), por lo que se puede decir que lo tiene todo.
El excepcional estado de conservación de Robledillo de Gata hace que sea un lugar difícil de olvidar e imprescindible de visitar. La Parroquia de La Asunción, a priori sobria pero con un valiosísimo artesonado mudéjar, es otro de esos edificios dignos de conocer aunque el secreto está en perderse, en buscar ángulos perfectos para la foto, detalles de uno de los pueblos más hermosos no sólo de Extremadura sino de toda España.
Robledillo, así como Gata, Hoyos, Trevejo o San Martín, son los cinco pueblos inscritos como Bien de interés cultural. Todos ellos son de imprescindible visita, aunque si el tiempo nos apremiara y tuviésemos que elegir uno, es probable que la elección que tomaría sería la de Robledillo. ¡Merece mucho la pena!